En la antiguedad el empleo de las plantas medicinales, estaba relegado a clases marginales ya que solo los estamentos sociales con un mìnimo poder adquisitivo podìan recurrir a la medicina convencional, mientras que los desheredados debìan conformarse con el empleo de remedios que se encontrataban a su disposiciòn en el entorno màs pròximo.
Con el tiempo esta necesidad acabò convirtièndose en ciencia y arte, hoy en dìa nadie pone en tela de juicio el rùstico pero certero conocimiento que muchas “brujas” y “curanderos” de la antiguedad tenìan de las propiedades de las plantas tanto a nivel medicinal como a otros niveles màs sutiles de actuaciòn.
Es evidente que la mayor parte de ellos eran de algùn modo conocedores de la presencia de principios activos en los vegetales (los que hoy conocemos como heteròsidos, polifenoles, terpenoides... y especialmente los buscados alcaloides que provocaban efectos alucinògenos), sin embargo su empleo iba màs allà y muchas veces a efectos de la magia simpatètica en su vertiente homeopàtica las plantas eran empleadas como ingredientes en pòcimas y unguentos o bien conservadas como amuletos, talismanes y procuradores la màs amplia y variada gama de consecuencias.
Esta nueva entrada, pretende acercarnos al mundo oculto de las plantas, a los usos “no ortodoxos” de las mismas, a los que tienen su origen en el paganismo, la supersticiòn y el primitivo atisbo del poder velado que subyace en el mundo vegetal. Es el legado que nos han dejado a lo largo de cientos de años, los estudiosos, curanderos, practicantes paganos y por supuesto nuestras queridas brujas..
ABEDUL (Betula Alba)
El abedul sirviò de templo a los antiguos druidas ya que para los celtas simbolizaba el dios de los vivos y de los muertos.
Frazer, en su obra “La Rama Dorada” habla del protagonismo que dentro de la magia contaminante tenìa este àrbol: los aldeanos rusos, el jueves antes de Pentecostès acudìan al bosque con guirnaldas entre cànticos y danzas, una vez allì derribaban un abedul joven al que vestìan con ropajes y atuendos femeninos. Tras celebrar un festìn lo metìan en casa como si fuera un invitado de honor hasta el domingo de Pentecostès , dìa en el que finalmente lo arrojaban a un rìo, probablemante para favorecer la llegada de las lluvias y por lo tanto asegurar cosechas abundantes y la fertilidad que garantizaran la supervivencia del clan.
Tambièn los campesinos rusos solìan colgar una cinta roja de un abedul para librarse del mal de ojo e incluso las ramitas de abedul se empleaban para exorcizar a los espìritus golpeando a personas o animales que se consideraban poseìdos con ellas, ya que entre sus cualidades destaca su capacidad de purificar y limpiar de malas energìas.
Las antiguas tradiciones hablan de que las escobas de las brujas se hacìan con ramas de abedul asì como las cunas de los bebès para protegerlos de ser el objetivo de nefastos conjuros en su contra.
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